Fue un momento difícil, cuando pasaba de ser el líder del más grande entonces partido de masas, el PRD, a ser cabeza de un pequeño, por ese momento, grupo de seguidores, el PLD.
Hace casi 40 años, y trataban de mancharlo a él y su novel organización con un hecho horrendo y repugnante.
La confusión política reinaba.
Juan Bosch llegó a decir a sus colaboradores cercanos luego del asesinato de Orlando Martínez el 17 de marzo de 1975 que había que buscar el móvil de ese horrendo hecho en la publicación de grabaciones de cintas magnetofónicas que suministraba quien entonces era el más famoso espía de conversaciones telefónicas en República Dominicana.
Bosch afirmaba que el ácido escrito de Febrero de 1975 de Martínez contra el presidente Joaquín Balaguer en realidad creó el pretexto para el crimen, si bien quienes lo mandaron a matar se sentían afectados por las conversaciones hechas públicas por el columnista de El Nacional y la revista Ahora con el tema del pugilato entre militares.
El Partido Comunista Dominicano, el PCD de Orlando Martínez, seguía una táctica política de cercanía y alianza con un sector del reformismo gobernante en 1975, y entendía que atacando a uno de los sectores militares balagueristas conseguía el propósito político que se había propuesto. Esta táctica le costó la vida a Martínez, afirmaba Bosch.
El profesor Bosch pasó una situación muy incómoda tras el asesinato del periodista. El Partido de la Liberación Dominicana apenas contaba entonces 15 meses de creado, y la Policía pretendió acusar del asesinato a los miembros del Comité Político del PLD Norge Botello y Cheché Luna, y al dirigente peledeísta Diómedes Mercedes.
Mercedes había sido dirigente del PCD, pero había renunciado hacía tiempo y fue de los fundadores del PLD junto a Botello y Luna. La Policía pretendió incluso interrogar a Bosch sobre el crimen.
Martínez, después de escribir el famoso artículo ácido contra Balaguer en Febrero de 1975, escribió otra pieza titulada: “Lo que no vio el Profesor”, criticando las cosas que Juan Bosch entendía eran buenas y que había comprobado en Cuba en su primera visita a la isla tras el triunfo de la revolución socialista.
El PCD y Martínez en realidad -nos decía Bosch- se molestaron porque Fidel Castro lo visitó y conversó en la Residencia Protocolo No. 1 para Jefes de Estado, y -añadía Bosch- los jefes pecedeístas pretendían tener el monopolio de las relaciones con la Revolución Cubana.
A comienzos de marzo 1975 el escritor Mario Vargas Llosa divulgó una entrevista que le hizo por entonces al Presidente Balaguer, quien dijo que él y Bosch eran amigos a pesar de que Bosch había sido conquistado por ideas comunistas.
Juan Bosch al ver las declaraciones que Le dio Balaguer a Vargas Llosa convocó a una Conferencia de Prensa. Fui uno de los periodistas que cubrió esta Rueda de Prensa en la cual Bosch aclaró que él no era ni había sido comunista, si bien era marxista porque utilizaba el método de Carlos Marx para analizar la sociedad y la historia.
Estas declaraciones de Bosch recibieron una serie de artículos críticos de Martínez. Al PLD llegaron informes de que fueron inducidos por la dirección del PCD.
Se produjo el 17 de marzo fatídico, y las manos criminales y sus orquestadores aprovecharon los recientes artículos para pretender involucrar al PLD y su líder.
Espionaje telefónico
Las conversaciones telefónicas fueron publicadas por el periodista a lo largo del año 1974 principalmente. Si se revisan los ejemplares de El Nacional de mayo y junio de aquel año se verán las revelaciones que provocaron luego la detención y deportación del famoso interceptor de conversaciones telefónicas.
Las conversaciones telefónicas fueron publicadas por el periodista a lo largo del año 1974 principalmente. Si se revisan los ejemplares de El Nacional de mayo y junio de aquel año se verán las revelaciones que provocaron luego la detención y deportación del famoso interceptor de conversaciones telefónicas.
Martínez cita textualmente hasta con comillas aquellas conversaciones.
Es importante destacar estos datos cuando en Listín Diario del domingo 24 noviembre 2013 el dirigente reformista José Osvaldo Leger afirma que Balaguer le mandó a decir por su intermedio a Martínez que se cuidara de los militares, si bien Leger no especifica a cuál de los grupos de militares balagueristas que se disputaban el control de los mandos y privilegios del régimen de los doce años él se refería.
Pero lo que va quedando claro es que salvarle la vida al periodista dependía de la voluntad del Presidente de la República, frenando a los asesinos, o de los propietarios del medio donde él trabajaba dejando de publicarle asuntos que en un sistema semidictatorial podrían, y hubieron de, costarle la vida.
Para tanta gente que lo ignora, Pepín Corripio ingresó al negocio de los medios por el vespertino La Noticia, que fundamos el 11 de junio de 1973 un grupo de periodistas que salimos de El Nacional en enero de 1973. Los accionistas de La Noticia eran Pepín, la familia Vicini, José Antonio Caro Álvarez, José A. Brea Peña y los periodistas que compramos acciones con un préstamo del Banco Popular Dominicano.
El dueño principal de El Nacional en 1973 era Rafael Molina Morillo. Y en 1975 controlaba todo el aspecto editorial del vespertino, pues el director Freddy Gatón Arce había sido desplazado. Cabe destacar que a finales del mes de diciembre de 1971 Molina Morillo canceló a Radhamés Gómez Pepín como Jefe de Redacción de El Nacional. Radhamés, que fue uno de los fundadores del periódico en 1966, solo pudo volver a El Nacional después que Pepín Corripio compró el vespertino en 1979.
Las declaraciones de José Osvaldo Leger sobre Orlando Martínez y su asesinato revelan muchas cosas que él no detalla, pero que por primera vez se van aclarando. Leger revela que el Presidente Balaguer le dio los consejos que explica Leger, y destaca la comunicación que entre ambos había.
Entonces la cuestión estaría en ver si el director del periódico y el dueño dejaban de publicar un artículo tan ofensivo contra el Presidente de la República se salvaría la vida de un periodista en un momento de la vida nacional en que no existía la democracia y el estado de derecho actual.
Yo y un grupo de compañeros tuvimos que dejar El Nacional en enero de 1973, dos años antes de la muerte de Orlando, porque el director y su dueño no quisieron publicar una carta mía dirigida muy respetuosamente al director del Listín. Es más, Don Rafael Herrera la publicó después en el Listín.
¿Hubiese salvado a Orlando una supervisión de sus escritos por los controles normales que ejerce un editor? ¿O el Consejo de Balaguer del que habla Leger?
Orlando vivo quizá sería hoy un gran literato que estaría poniendo en alto el nombre del país.
Roma, 24 noviembre 2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario